28 septiembre 2014

Amor Gatuno

Negro, como el espejo de obsidiana. Negro, así como las noches de luna nueva, cuando se ven más claras las estrellas.
Dieciocho años... en lenguaje humano cumplirías la mayoría de edad, pero para los de tu especie te has vuelto un sabio, un anciano, un nueve del ermitaño que en sus ojos refleja la inmensidad.
Porque esos peludos de cuatro patas, queridos lectores, conocen más de nosotros de lo que podemos imaginar. Se convierten en un amigo íntimo que presencia nuestras alegrías, nuestras penas, están a nuestro lado en nuestros rezos, cuidan nuestros sueños, se vuelven parte de nuestra energía, de nuestra historia, son tan nuestros, tan nuestros...
Es ese amigo paciente que solo nos mira con paciencia, con amor, con auténtico y desinteresado amor. A él no le importa si tenemos aplausos, éxitos, fama, enormes cuentas bancarias, pues ese ser peludito nos acepta tal cual somos, nos entrega su corazón.
Suele ser (porque así es esto de los ciclos de la vida),  que llega un momento en donde su cuerpecito terrenal llega a su límite, y empieza a tener un desgaste por la edad. Sin embargo sus enseñanzas se hacen cada día más grandes porque cada paso, cada ronroneo, cada maullido, salto, arañazo… son más que quinientas páginas de un libro, más que cien fotografías, es sorprendente por todo aquello que nos puede aportar.
Ahí está la magia, obsérvalo un día, una semana, toda una vida y verás cuanto aprenderás.
Las patitas que siguieron nuestros pasos, los pelitos que tantas veces se quedaron en la ropa, las uñitas que marcan una historia, los bigotes que monitorean a nuestros pensamientos, la naricita que percibe nuestros sueños… todo ese paquete que está ahora en cuerpo gatuno tiene que seguir su sendero para poder avanzar.
Porque su historia aquí no termina, solo es un capítulo en su inmensidad.
Solo queda agradecerle a ese Maestro, al amigo, al confidente por compartir un instante en este espacio terrenal.
Y solo queda decirle: gracias, te amo y hasta siempre como él nos lo expresaría: “Miau”

Para Chamuco
*** Alda ***
28 Sept 2014

Confesiones de una Bruja

No siempre fui así, ahora sobran las frases recortadas, guardo en un cofre las críticas no solicitadas y después quemo todo para llevarlo a las orillas del olvido.
Ayer solía disfrutar de charlas agudas, de debates sostenidos en la lógica de la sinapsis de las neuronas.
Hoy solo callo, observo, me río, le doy vuelta a la hoja. 

Hace algunas lunas hablaba de mis pasiones, proyectos y temores... ya no más de eso. Creo que eso no es noticia de primera plana en otra vida que no sea la propia.
Ya no me asombra la manchita en la nariz, ni la leve arruga merecida en la cara... ahora converso amistosamente con ellas: "¿en qué momento llegaste?, ¿te quedarás aquí o quieres irte un día que decidas que en otro rostro tendrás mejor fortuna?"


Me he quitado las alas, porque no vuelo, no soy ángel, ni ave, ni pluma.
Le he dado permiso al brillo de mis canas de poseer mi melena rizada, porque ya no quiero aparentar ser alguien que vaya contra mi natura.


Me cansé de vivir de las apariencias, de la risa forzada... de tratar de ser la mejor niña portada, de vivir de acuerdo a las expectativas de otros, de ser la que pasa tarjeta de asistencia en Facebook todas las mañanas.
¿Por que saben algo?, siempre he sido un alma vieja, de aquellas sensibles, que tuvieron que aprender un poco de todo con velocidad acelerada. Un alma vieja tratando de encajar en la civilización de la competencia, de los primeros lugares, de esa civilización en la que sin monedas eres nada.
Y cuando eso deja de estorbarte, de ser la prioridad, el freno, la cuerda que te ata, solo queda silencio y después viene una carcajada.
No, no duele, ni te entristeces, ni reclamas... solo es un momento breve en el que cierras los ojos y al abrirlos cambió la mirada.
Guardar silencio se vuelve entonces un oasis, compartir momentos con los demás en una aventura, dormir es una sinfonía de dicha y amar es salpicar alegría desde el corazón a los árboles, las playas y a tu alma.

- Confesiones de una Bruja
*** Alda ***