28 septiembre 2014

Confesiones de una Bruja

No siempre fui así, ahora sobran las frases recortadas, guardo en un cofre las críticas no solicitadas y después quemo todo para llevarlo a las orillas del olvido.
Ayer solía disfrutar de charlas agudas, de debates sostenidos en la lógica de la sinapsis de las neuronas.
Hoy solo callo, observo, me río, le doy vuelta a la hoja. 

Hace algunas lunas hablaba de mis pasiones, proyectos y temores... ya no más de eso. Creo que eso no es noticia de primera plana en otra vida que no sea la propia.
Ya no me asombra la manchita en la nariz, ni la leve arruga merecida en la cara... ahora converso amistosamente con ellas: "¿en qué momento llegaste?, ¿te quedarás aquí o quieres irte un día que decidas que en otro rostro tendrás mejor fortuna?"


Me he quitado las alas, porque no vuelo, no soy ángel, ni ave, ni pluma.
Le he dado permiso al brillo de mis canas de poseer mi melena rizada, porque ya no quiero aparentar ser alguien que vaya contra mi natura.


Me cansé de vivir de las apariencias, de la risa forzada... de tratar de ser la mejor niña portada, de vivir de acuerdo a las expectativas de otros, de ser la que pasa tarjeta de asistencia en Facebook todas las mañanas.
¿Por que saben algo?, siempre he sido un alma vieja, de aquellas sensibles, que tuvieron que aprender un poco de todo con velocidad acelerada. Un alma vieja tratando de encajar en la civilización de la competencia, de los primeros lugares, de esa civilización en la que sin monedas eres nada.
Y cuando eso deja de estorbarte, de ser la prioridad, el freno, la cuerda que te ata, solo queda silencio y después viene una carcajada.
No, no duele, ni te entristeces, ni reclamas... solo es un momento breve en el que cierras los ojos y al abrirlos cambió la mirada.
Guardar silencio se vuelve entonces un oasis, compartir momentos con los demás en una aventura, dormir es una sinfonía de dicha y amar es salpicar alegría desde el corazón a los árboles, las playas y a tu alma.

- Confesiones de una Bruja
*** Alda ***

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