Indudablemente un tema que nos ocupa y preocupa a los seres humanos es el tema del amor. De inicio tendríamos que preguntarnos ¿qué es lo que entendemos como amor?
Y aquí tendríamos un ramillete variado de respuestas: Desde las personas que creen que es llegar a una plenitud individual, hasta las que creen que si su pareja no las golpea, significa que no las ama.
Culturalmente se nos programó para ir en la búsqueda de nuestra “media naranja”, es obvio que necesitamos de una polaridad masculina o femenina, según sea el caso… pero la palabra “media naranja” ya nos habla de estar incompletos o carentes de algo. De hecho, la raíz de la palabra AMOR, tiene sus orígenes en el sánscrito “lobha”… que significa (¡auch!, empezamos con problemas): Avaricia o Codicia.
Osho decía: “El amor es un florecimiento interno; surge de una energía latente en tu interior. Sin embargo todos buscamos encontrar amor en el exterior. Todos buscamos encontrar amor en el amado, lo cual es una cosa absolutamente equivocada e inútil”.
Entonces, ese amor debe iniciar dentro, para que su destello atraiga a otra lucecita similar.
Cuando caemos en la dependencia, creemos que es amor y empieza la caída en picada. Confundimos las muestras de una dependencia por el otro con el amor: mostrarse siempre preocupado por quedar bien con la pareja, no tener otro tema de conversación que no sea él o ella (dejémosle esto a los adolescentes enamorados), solo muestra dos cosas: una pobre interacción cultural al no poder hablar de otros ámbitos y una baja autoestima. Hasta aquí todavía estamos a tiempo de preguntarnos: ¿y en qué lugar quedo yo?...
En un ambiente de miedo a sí mismo, de miedo a la vida, de un gran vacío interior, llegamos a otra etapa que es aún más enfermiza y dolorosa que la dependencia: LA OBSESIÓN.
Creemos que las actitudes son de amor, cuando en realidad son de un enorme miedo por vivir nuestro propio sendero. Quizá estás o has estado en una relación en donde uno de los dos actuaba de la siguiente manera:
Se deja de ser uno mismo para vivir la vida del otro. Las ideas ya no son propias, hablamos como el otro, solo comemos lo que comería el otro, nos convertimos en una repetidora de las palabras y actitudes de la pareja… en una “sucursal”, creemos tener el control al estarle llamando o enviándole mensajes cinco veces o más al día, gritamos a los cuatro vientos que le amamos (eso está bien cuando estamos enamorados… pero el obsesionado lo grita diario y durante mucho tiempo por llamar la atención y por mostrar que es el “dueño” del objeto de su afecto… o de quien le suple sus carencias), nos enfurecemos cuando otros critican a la pareja, les decimos a todos que es un ser divino y que no tiene ningún defecto, le tomamos fotografías y videos hasta cuando duerme para después exhibirle ante los demás, decimos que sí a todo lo que el o la otra diga y nuestra vida gira en torno solo en esa personita tan -efecto de suspiro prolongado- especial.
Dejamos de pensar por nosotros mismos, nos olvidamos de nuestra propia vida, mostramos el gran hueco que hay en nuestro interior y el camino en pareja se vuelve el camino de uno solo: lo que tú digas, lo que tú quieras, sin ti me muero, si me dejas me mato… y el chantaje se vuelve una constante. Si no se frenan a tiempo, muchas de las obsesiones llegan a grados patológicos y hasta criminales.
Se torna en una relación asfixiante en donde se juntaron las dos medias naranjas: dos personas a medias para vivir la vida de solo uno de ellos, para vivir a medias.
¿Qué hacer entonces?, observar hasta dónde ha llegado la relación que tienes o tuviste, poner en una balanza lo que has dado, lo que has dejado y lo que quieres para ti. Ver hasta qué punto vives a través de la vida de alguien más, analizar en qué debo enfocarme en mí para que el otro no sea quien me supla mi propia autoestima… ver cómo puedo sostenerme en lo emocional, profesional, social y económico con y sin la otra persona.
Cuando compartes el amor que tienes por ti y por la vida, compartes tus ideas propias con la pareja sin temor a que te critique,si tus planes de vida y tus emociones no dependen solo de la otra persona, cuando sabes estar contento contigo mismo en compañía y en soledad, si no te preocupa recibir amor porque sabes que ya hay amor en ti, cuando sobresales por ti mismo … es entonces que estamos ante una naranja completa, una naranja jugosa y deliciosa lista para atraer a otras naranjas similares y exprimirles juntas el jugo a la vida.
¿Qué prefieres: estar con una media naranja o ser una naranja completa?
Con afecto: Alda
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