Entre mis manos se desliza un mazo de Tarot, frente a mis ojos hay velas encendidas
y bolas de cristal, pero mi mirada se mezcla en esta y otras dimensiones.
Muchas de mis antecesoras, fueron llevadas a la hoguera por su sabiduría… imperdonable condición en un mundo de misoginia.
Sí, soy una Bruja… lo cual hace mucho ruido en varias personas: temor, rechazo, respeto, admiración, ya depende de la información que tengan respecto a la palabra.
Vivo en tu mismo mundo, e incluyo los mundos que tú quizá ya no quieres ver: los cristales, los duendes, los espíritus, los elementales.
Los detalles quizá insignificantes para otros, como un árbol, la lluvia, la luna, el vuelo del ave, la compañía de un perro, el movimiento de los planetas, tocar la tierra, sentir las ráfagas del viento, una sonrisa… son el amor en toda su expresión.
Un brujo siempre tiene una rebeldía… siempre tiene la inquietud por conocer las plantas, los aromas, el comportamiento humano, pero siempre está en profunda observación de sus propios sucesos cotidianos y personales, nuestra vida es nuestra gran maestra… vida que se entreteje en la existencia de los demás seres y que nos conectan a los misterios de la sabiduría suprema.
Hay mares adentro, hay inquietudes, dudas y sueños.
Y también hay pausas, tremendos fragmentos sutiles en donde solo se enredan los universos.
Amo con pasión e intensidad al hombre adorado… y acepto con naturalidad los largos silencios de la amiga soledad.
Encuentro el abrazo de la Madre Tierra al recostarme en ella y escucho la fuerza de la vida en el diáfano crepitar de la hierba.
Una bruja no puede conocer a los demás si no ama a su cuerpo, si no se aprecia con belleza, si no aprende de sus propios defectos. Es enfrentarse a nuestros sueños y también a los temidos miedos.
Me he hecho amiga de los libros, les encuentro un sabor a nostalgia y complicidad, me ayudan a entender otras ideas y puntos de vista… y también he aprendido a apreciar la compañía de los demás, de las nubes, de los rayos del sol y de las gotas de la lluvia en mi espalda.
Agradezco de corazón que seamos la única profesión que la gran mayoría de personas occidentales celebra una noche al año… ¿cuántas chicas desean por esa noche ser brujas, tomar el sombrero y la escoba y sentir que hechizan al muchachito de sus sueños?
Sí, soy una bruja, soy una niña, soy soñadora, soy enérgica, soy una diva, inocencia, una loba.
Soy un trozo de luna y polvo de estrellas en tu alcoba… un beso cuando ríes, un susurro cuando lloras.
Mezclo en mi caldero, tus ilusiones y mi Luna.
Y evoco a los ancestros y les pido, que me acompañen en mi camino, en mi ruta.
A mi memoria recurren las palabras de Sabina:
“Soy mujer que hace tronar
Soy mujer que hace soñar
Soy mujer araría, mujer chuparrosa
Soy mujer águila, mujer águila dueña
Soy mujer que gira porque soy mujer remolino
Soy mujer de un lugar encantado, sagrado…
Porque soy mujer aerolito”.
Sí soy una Bruja… ese es mi destino.
*** Alda ***
Muchas de mis antecesoras, fueron llevadas a la hoguera por su sabiduría… imperdonable condición en un mundo de misoginia.
Sí, soy una Bruja… lo cual hace mucho ruido en varias personas: temor, rechazo, respeto, admiración, ya depende de la información que tengan respecto a la palabra.
Vivo en tu mismo mundo, e incluyo los mundos que tú quizá ya no quieres ver: los cristales, los duendes, los espíritus, los elementales.
Los detalles quizá insignificantes para otros, como un árbol, la lluvia, la luna, el vuelo del ave, la compañía de un perro, el movimiento de los planetas, tocar la tierra, sentir las ráfagas del viento, una sonrisa… son el amor en toda su expresión.
Un brujo siempre tiene una rebeldía… siempre tiene la inquietud por conocer las plantas, los aromas, el comportamiento humano, pero siempre está en profunda observación de sus propios sucesos cotidianos y personales, nuestra vida es nuestra gran maestra… vida que se entreteje en la existencia de los demás seres y que nos conectan a los misterios de la sabiduría suprema.
Hay mares adentro, hay inquietudes, dudas y sueños.
Y también hay pausas, tremendos fragmentos sutiles en donde solo se enredan los universos.
Amo con pasión e intensidad al hombre adorado… y acepto con naturalidad los largos silencios de la amiga soledad.
Encuentro el abrazo de la Madre Tierra al recostarme en ella y escucho la fuerza de la vida en el diáfano crepitar de la hierba.
Una bruja no puede conocer a los demás si no ama a su cuerpo, si no se aprecia con belleza, si no aprende de sus propios defectos. Es enfrentarse a nuestros sueños y también a los temidos miedos.
Me he hecho amiga de los libros, les encuentro un sabor a nostalgia y complicidad, me ayudan a entender otras ideas y puntos de vista… y también he aprendido a apreciar la compañía de los demás, de las nubes, de los rayos del sol y de las gotas de la lluvia en mi espalda.
Agradezco de corazón que seamos la única profesión que la gran mayoría de personas occidentales celebra una noche al año… ¿cuántas chicas desean por esa noche ser brujas, tomar el sombrero y la escoba y sentir que hechizan al muchachito de sus sueños?
Sí, soy una bruja, soy una niña, soy soñadora, soy enérgica, soy una diva, inocencia, una loba.
Soy un trozo de luna y polvo de estrellas en tu alcoba… un beso cuando ríes, un susurro cuando lloras.
Mezclo en mi caldero, tus ilusiones y mi Luna.
Y evoco a los ancestros y les pido, que me acompañen en mi camino, en mi ruta.
A mi memoria recurren las palabras de Sabina:
“Soy mujer que hace tronar
Soy mujer que hace soñar
Soy mujer araría, mujer chuparrosa
Soy mujer águila, mujer águila dueña
Soy mujer que gira porque soy mujer remolino
Soy mujer de un lugar encantado, sagrado…
Porque soy mujer aerolito”.
Sí soy una Bruja… ese es mi destino.
*** Alda ***
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