16 junio 2012

Libres pensadores


Investigar, discernir, pensar libremente nos enriquece el espíritu y el intelecto.
Ser libre pensador, requiere de disciplina…. pero tiene sus recompensas.
En esa avidez de creer que pensamos, pasamos por diversas etapas: desde ser el fanático sabelotodo, hasta pasar por camuflajearse de sabiondo cuando solo le has pedido a San Google que te haga el milagro, tratar de impresionar a los demás haciendo un simple “copy-paste”, o se llega caer en la arrogancia intelectual convirtiéndonos en seres rígidos e intolerantes con los demás si no piensan como uno.
Ser libre pensador tiene un costo: ser señalado e indeseado por personas y grupos. La batalla se enfatiza cuando eres mujer... por ello varias de mis antecesoras murieron en la hoguera. 

En ese viaje de pensar con alas, te vas dando cuenta que todos formamos parte de una sutil red de energías, que hay diversidad de pensamientos y de intereses… que todos están bien en su forma de pensar, pues cada uno tiene sus propias experiencias y su propio ritmo de evolución. Afortunadamente se sabe que cuando una puerta se cierra, otras tres se abren… y la aventura del pensamiento nunca termina.
Te sorprendes cuando ves que nuestro cuerpo es una réplica del Universo (claro, en una escala muy pequeña).
Y un buen día, el libre pensador se da cuenta con una gran carcajada, que tantos conocimientos, bibliotecas, banquetes intelectuales, discusiones teóricas… se reducen a estar en sincronicidad con el Planeta.

No tengo la más mínima intención de que te convenzas de mis argumentos, saca tus propias conclusiones, experimenta, prueba, vive y disfruta.

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