11 diciembre 2011

Semillas

Quizá nuestro error como humanos ha sido querer cambiar a la naturaleza desde las raíces, es querer sentir que podemos modificarlo todo, desde lo fundamental.
Forzar el desarrollo de una semilla con pesticidas y nutrientes químicos para que en apariencia crezcan fuertes, nos ha vuelto débiles y dependientes.
Hemos profanado lo que era dado por la Madre Tierra con amor… de esta manera le decimos que despreciamos lo que con cuidado y armonía nos ha proporcionado, es decirle que no somos felices con sus ciclos naturales, lo mismo hacemos con nuestro calendario gregoriano y nos olvidamos de que existen las fases lunares.
A partir de aquí, de modificar las semillas, estamos alterando a la naturaleza, ¿es esto estar en equilibrio, es esto amar al Planeta?
Resulta casi increíble saber que en algunos lugares remotos del orbe, se está impulsando un tipo de cultivo más balanceado e integrador: los campesinos meditan en el lugar de cultivo antes de colocar las semillas en la tierra, meditan también por un buen desarrollo y una buena cosecha, los resultados científicos están arrojando resultados alentadores. Todo comienza con dar un giro en el pensamiento humano.
¿Será que tenemos que volver a amar a la Tierra y recordar el respeto que nos merece tanta grandeza de quien es la fuente de toda provisión en esta casa?
Lograr una reintegración con esas raíces nos llevará mucho tiempo… los primeros pasos ya se están dando.
Por querer ser superiores nos perdimos en el camino. Es cierto que la esperanza de la vida humana ha aumentado en las décadas recientes, pero ¿eso nos ha hecho más sensibles o más sabios?
Puede ser que la grandiosidad no radique en llegar a planetas remotos o en conquistar naciones… tal vez la grandeza esté en amar lo más pequeño de lo cual disponemos.

Durban, Sudáfrica... Cumbre del Clima 2011

***Alda***

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