28 octubre 2011

La Muerte, los cambios... la Transformación

La Madre Tierra nos enseña a través de sus ciclos, los mismos ciclos que pasaremos los seres humanos. Aunque a veces estamos ciegos, en algún momento nos llega la hora de segar nuestra Tierra.
La Guadaña, implacable, con sus hojas filosas corta lo que está a nuestro paso. Las hierbas, los frutos secos, las ramas… es un proceso que prepara para poner las semillas en un terreno adecuado.Las etapas terminan y las esperanzas por mejores tiempos se escuchan por doquier.  
Nuestras células nacen y mueren… solo así podemos seguir vivos, solo así podemos renovarnos. La vida se sostiene por la muerte, no por la vida. Le tememos al número 13… no le tememos a la muerte, sino a los cambios. Los cambios son el secreto de la permanencia, de seguir vivos en este maravilloso Planeta. La Muerte no es una desgracia, sino una de las mayores misericordias. Los cambios nos llevan a la transformación y nos hace ganar conciencia. Lo interesante, es saber utilizar las pérdidas para crecer. Es llegar al fondo de la alberca y dejarte impulsar por una fuerza más grande que uno mismo, para despegar a la superficie.
La Muerte, un tema que abordamos con delicadeza porque, indudablemente nos enfrenta al dolor, a lo desconocido, a lo nuevo. La Muerte, inevitable, impostergable… nos quita las máscaras, nos deja en los huesos. La Muerte a la que me refiero es tanto física como de egos.
Para avanzar hay que morir, para tener fuerza hay que morir, para elevar conciencia hay que morir. En la Muerte nos despojamos de egos, de temores, de conceptos, de adulaciones, de victorias… y nos enfrentamos a la desnuda realidad que nos aproxima más a Dios.
Resistirnos a ella es inútil. No nos enfrentamos a la Muerte, es permitirle hacer su proceso de Transformación. Es reconocerla como un ciclo no deseado pero necesario para sacudirse viejas vestiduras.
Dejarme abrazar por el Arcano XIII, no es necesario buscarlo, él ya ha llegado… me entrego a la Muerte, para que devore mis miedos, mis tristezas, mis egos, mi orgullo, mis decepciones, mis placeres, mis apegos, mis riquezas, mis amores, mis victorias, mis ideas… para que se vuelvan la composta de mi tierra, para que nutran a la nuevas semillas que plantaré, para que esas plantas tengan un suelo fértil, para que ese nuevo verdor esté lleno de vida.
Morir… para ser Inmortal. Morir… para Transformarse. Destruí para construir, si no hay fin no hay comienzo, morí para renacer.
Me resigno a tu llegada, me rindo ante ti.
Duele esta etapa, duele el paso de la guadaña, es filosa y fría, es inesperada, es violenta, te paraliza, te da miedo… duele mucho y no tengo en dónde esconderme. Duele dejar de ser niña para ser adulta, duele deshacerse de todo, duele dejar a quien tanto amas, duele encararse consigo misma y ver que no era tan hermosa, duele escuchar a la Supraconciencia… es el precio de la Transformación, es el precio de empezar a plantar las semillas desde los inicios.
De nada vale hacerse a un lado, ella ya me alcanzó. Perdiendo la esperanza, los ideales, los sueños… se pierden también los miedos. Las lágrimas nutren la nueva tierra, para recordarme que estoy aún en el Sendero, que soy humana... que todavía siento.
La Muerte, enfrentada con dignidad, es bella. Nos hace estar en soledad con ella, nos hace vaciarnos en ella. Gracias a la Muerte, regresamos a Dios. La Muerte es la gran Iniciadora.
Esta noche, me entrego a la Muerte, entro en la crisálida para que la Magia haga su labor de darle alas al gusano. Esta noche me entrego a la Muerte, para que el día de mañana mire al Sol y expanda mis alas como una bellísima mariposa.

Alda

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